lunes, 16 de julio de 2007

EL MUNDO DE SOFÍA

Spinoza… Dios no es un titiritero.


Después de mucho tiempo sin decir nada, Sofía rompió el silencio con una pregunta a acerca de Descartes y en su conversación con Alberto él le contó lo siguiente: Descartes ejerció una gran influencia sobre el filósofo Baruch Spinoza, quien vivió de 1632 a 1677, pertenecía a una comunidad judía de Ámsterdam, pero pronto fue excomulgado y expulsado de la sinagoga por heterodoxo. Fue calumniado, perseguido e inclusive intentaron asesinarlo por sus críticas a la religión oficial. Además fue el primero en emplear una visión de la Biblia. Negó que ésta estuviera inspirada por Dios, ya que al momento de leerla debemos tener presenta la época en la que fue escrita, pero una lectura crítica de éste tipo nos llevaría a una serie de discrepancias entre las distintas escrituras. Aunque en el nuevo testamento encontramos a Jesús, como el portavoz de Dios, ya que él predijo el amor por sobre todas las cosas y es aquí cuando Spinoza se refiere tanto al amor a Dios como al amor al prójimo.
Al agravarse la situación, Spinoza fue abandonado por su familia e inclusive intentaron desheredarlo. Él es uno de los pocos que han hablado tanto de libertad de expresión y tolerancia religiosa. A pesar de toda esa oposición, Spinoza tuvo una vida tranquila, dedicada a la filosofía. Para sustentarse pulía vidrios ópticos, algunos de los cuales se encuentran en el poder de Alberto. Algo paradójico es que Spinoza trabajaba limpiando vidrios ópticos y los filósofos deben ayudar a los hombres a ver la existencia desde una nueva perspectiva. Además el decía que las cosas deben verse bajo el ángulo de la eternidad.
Sofía, mientras Alberto le contaba esto, le realizaba una serie de preguntas, para comprender mejor todo lo que había escuchado, ante esto último, él le recordó que ella era una minúscula parte de un contexto inmenso. Le contó la historia de un niño que vivía en el valle de Rhin, hace treinta mil años y que al igual que ella era un exiguo rizo en un inmenso mar.
Le explico que todos los seres humanos que nos encontramos hoy en la tierra, quizá no seremos nada de aquí a treinta años. Sofía le preguntó si ese era el significado de palabra heterodoxia. Alberto continuó con su relato: Spinoza decía que Dios es igual a naturaleza, veía a Dios en todo lo que existe y decía que él es el mundo. Su libro más importante fue Ética demostrada según el orden geométrico. Alberto le explicó que este título era raro a nuestros oídos, ya que con ética los filósofos se refieren a una enseñanza de cómo debemos conseguir la felicidad, pero en nuestro días la palabra ética se ha reducido a reglas de convivencia para no molestar a los demás. El método geográfico se refiere al lenguaje de presentación, recordando que Descartes quería emplear el método matemático para la reflexión filosófica, construida sobre construcciones rígidas. Spinoza sigue esta tradición racionalista. Él quería mostrar como la vida del hombre está condicionada por las leyes de la naturaleza, para ello decía que debíamos liberarnos de nuestros sentimientos y afectos para así encontrar la paz y la felicidad. Descartes opinaba que la realidad está compuesta de dos sustancias: el pensamiento y la extensión, pero Spinoza no admitía esta distinción, decía que todo lo que existe proviene de lo mismo y lo llamaba sustancia, otras veces lo llamaba Dios o naturaleza. Cuando Spinoza emplea la palabra naturaleza, sustancia o Dios quiere decir todo lo que existe, también el espíritu.
Los seres humanos conocemos dos cualidades o atributos, como lo llama Spinoza y éstos son el pensamiento y la extensión de Descartes. Puede que Dios tenga más cualidades además de éstas, pero solo éstas son conocidas por los hombres. 
Cada uno de los fenómenos con los que nos encontramos en la vida cotidiana, por ejemplo una flor, es un modo de atributo de la extensión y un poema sobre esa misma flor es un modo de atributo del pensamiento. Pero las dos cosas son en último término la expresión de sustancia, Dios o la naturaleza.
Sofía al oír todo esto, le preguntó, si ella hacía todo por sí sola, como moverse, entonces por qué había que mezclar a Dios en esto. Alberto le explicó que a pesar de que ella piensa que por sí sola se mueve, sus movimientos solamente responden a su naturaleza, por ejemplo un dedo no puede saltar de la mano a botar por la habitación. De la misma manera, le dijo que ella es un dedo en el cuerpo de Dios.
Ante todo esto, Sofía dedujo que Dios es quien decide todo lo que ella hace y Alberto le respondió: Spinoza pensaba que Dios o las leyes de la naturaleza son la causa interna de todo lo que ocurre. Él no es una causa externa porque Dios se expresa exclusivamente mediante las leyes de la naturaleza. Dios no decide todo lo que ocurre, ya que todo lo que ocurre en la naturaleza es necesariamente. Spinoza tenía una visión determinista de la vida de la naturaleza. A Sofía no le gustaba la idea de no poder decidir por ella misma.
Alberto recurrió nuevamente a un ejemplo para que a Sofía le quedara todo muy clara, le dio un ejemplo de un león de África y le pregunto si ella creía que él había decidido vivir como fiera o ser carnívoro en vez de vegetariano. Y ella le respondió que esto sucedía porque el león vive según su naturaleza.
Entonces le dio otro ejemplo, le dijo que un niño cuando recién nace, llora, gruta y no tiene una voluntad libre. Sigue creciendo y hace las mismas cosas que los demás seres humanos en su desarrollo, ya que vive según las leyes de la naturaleza.
Otro ejemplo que le dio, era que dos árboles, crecieron en un mismo jardín muy grande, el uno creció bajo mucho sol y con fácil acceso a la tierra nutritiva y al agua, mientras que el otro creció en una tierra mala y en un sitio de mucha sombra. Alberto le hace reflexionar a cerca de esto a Sofía y le dice que el árbol que creció en mejores condiciones, según Spinoza es libre y ha desarrollado sus propias posibilidades inherentes. Lo mismo ocurre con los seres humanos, solo vivimos como seres libres cuando podemos desarrollar libremente nuestras prioridades inherentes. Pero estamos tan determinados por disposiciones internas y condiciones externas como el niño del valle de Rhin, el león de África o el manzano del jardín. Spinoza afirma que sólo Dios o la naturaleza presentan una actividad así de libre y no casual. Un ser humano puede esforzarse por conseguir una libertad que le permita vivir sin presiones externas, pero jamás conseguirá una voluntad libre. Nosotros no decidimos todo lo que ocurre en nuestro cuerpo, que es un modo de atributo de extensión. Tampoco elegimos lo que pensamos, el alma no tiene un alma libre, que es más o menos presa en un cuerpo mecánico. Son las pasiones de los seres humanos, por ejemplo la ambición y el deseo, la que nos impide lograr la verdadera felicidad y amornía. No obstante, si reconocemos que todo ocurre por necesidad, podremos lograr un reconocimiento intuitivo de la naturaleza como tal. La meta es captar todo lo que existe con una sola mirada panorámica. Hasta entonces no podemos alcanzar la máxima felicidad y serenidad de espíritu, eso fue lo que Spinoza llamó: sub specie aternitis. Esto significa ver todo bajo el ángulo de la eternidad y le recordó que fue por ahí por donde empezaron y ella dedujo que era allí precisamente donde tenían que terminar. Alberto se levantó y bajó a la mesa una fuente de fruta de la librería, ella se sirvió un plátano y él una manzana verde. Sofía, al romper la parte superior del plátano, encontró en su interior una nota: Aquí estoy de nuevo, Hilde. Estoy en todas partes hijita, felicidades. Inmediatamente se lo mostró a Alberto, ya que a ella le parecía muy divertido, aunque totalmente imposible. Ella decidió no comérselo y Alberto dedujo que quién escribió esa nota, tenía que estar loco o ser bastante listo.
Trataron de encontrar alguna explicación a esa nota, aunque concluyeron en que no debían precipitarse, ya que todo podía tener una explicación sencilla. Finalmente Alberto acompañó a Sofía a su casa y le preguntó si volverían a verse pero en vez de Sofía la llamó Hilde y después la puerta se cerró tras ella.

Locke… tan vacía y falta de contenido como la pizarra
antes de entrar el profesor en la clase.

Sofía llegó a su casa hora y media después de lo acordado, ya que había dejado una nota diciendo que llegaba a las siete. Su madre estaba muy molesta, había preguntado en Información por Alberto y se habían reído de ella, además a Sofía se le había olvidado invitar a Alberto a la fiesta del jardín. Le dijo que no estaba bien que una chica tan joven anduviera tanto con un señor mayor y que quería que al día siguiente se lo presente o si no le prohibiría volver a verlo. De repente, Sofía corrió a su habitación y regresó con una cinta de video en la mano, la puso en el televisor. Era un video de Atenas, que se lo había dado Alberto.
Aparecieron imágenes de Apocalipsis, su madre se sentó y se quedó muda de asombro al ver que Alberto apareció en la pantalla y se dirigía directamente a Sofía. Ella notó que en medio de toda esa gente, se veía un pequeño cartón en el que decía HILDE.
Alberto continuó su paseo por la Apocalipsis, luego se colocó en el monte de Areópago, donde San Pablo había hablado a los atenienses, continuó hablando a Sofía desde la antigua plaza. El video se estaba aproximando al punto en el que la Antigua Atenas renace de repente de las ruinas, por lo que Sofía paró la cinta, ya se lo había presentado a Alberto, no hacía falta presentarle a Platón. La madre de Sofía notó que aquel hombre se parecía a un mayor que vivió algunos años en aquella cabaña del bosque. Pero luego discutieron de varios aspectos y concluyeron en que no podía ser él. Pasaron varias semanas sin que Sofía supiera de Alberto, recibió una nueva postal de cumpleaños para Hilde, pero aunque el día se acercaba, ninguna era para ella. Una tarde Sofía bajó al casco viejo y llamó a la puerta a Alberto, él no estaba en casa, pero había dejado una nota dirigida a Hilde, en la que decía que el momento crucial estaba cerca y que cada vez que pensaba en eso se reía tanto y que esto tenía que ver con Berkeley. Sofía puso la nota en el buzón.
Cuando volvió del colegio el jueves 14 de junio, dejó una nota en su casa, pero esta vez le dejaba a su mamá la dirección de Alberto. Fue con su perro Hermes, se detuvieron en un parque infantil y fue ahí donde el animal pronunció las siguientes palabras: felicidades Hilde.
Sofía se quedó petrificada, una vez que llegó donde Alberto, le reclamó que por qué el mayor le había enseñado a hablar al perro. Albero retomó la conversación que habían tenido días antes: Descartes y Spinoza eran racionalistas, es decir creen en la razón como fuente de conocimiento. Opina que el ser humano nace con ciertas ideas y cuánto más clara la idea, mayor es la seguridad de que corresponde a algo real. Descartes tenía una clara imagen de lo que es un ser perfecto, partiendo de esto deduce que existe un Dios. Este modo racionalista de pensar era típico de la filosofía del siglo XVII y también en la edad media. Pero en el siglo XVIII estuvo expuesto a críticas. Varios filósofos adoptaron el punto de vista de que no tenemos absolutamente ningún contenido en la conciencia antes de adquirir experiencia mediante los sentidos. La fórmula clásica de la actividad empírica proviene de Aristóteles, esta fue criticada por Platón, quien opinaba que los hombres traen consigo ideas innatas del mundo de ideas. Locke retoma la palabra de Aristóteles y las dirige hacia Descartes. No tenemos ninguna idea innata sobre el mundo, ya que si tenemos una idea que no se puede conectar con hechos experimentados, se trata de un concepto o de una idea falsa. Por ejemplo cuando usamos las palabras como Dios, eternidad o sustancia, la rezón funciona sin combustible, porque nadie ha llegado a conocer ni a Dios, ni a la eternidad, ni sustancia. El primer filósofo que fue Jhon Locke, vivió entre 1632 y 1704. Su libro más importante se tituló Ensayo sobre el conocimiento humano, publicado en 1690, en donde intenta aclarar de donde recibe el ser humano sus ideas y conceptos, además si podemos fiarnos de lo que nos cuentan nuestros sentidos. Está convencido de que todo lo que tenemos con pensamientos y conceptos son sólo reflejos de lo que hemos visto y oído. Antes de captar algo con nuestros sentidos nuestra conciencia es como una pizarra en blanco o como una habitación sin amueblar.
Nadie percibe las cosas a través de los sentidos con mayor intensidad que los niños pequeños. De esta manera surge lo que Locke llama ideas simples de los sentidos. Pero las ideas simples de los sentidos son elaboradas mediante el pensamiento, el razonamiento, la fe y la duda. Así surge lo que Locke llama ideas de reflexión de los sentidos. Distingue entre sentir y reflexionar, pues la conciencia no es una receptora pasiva, ordena y elabora todas las sensaciones que entran poco a poco en la conciencia. Subraya que lo único que recibimos a través de los sentidos son impresiones simples. Cuando me como una manzana, por ejemplo, no capto con los sentidos toda la manzana en una sola sensación, solamente recibo una serie de esas sensaciones sensibles. Por lo tanto, los conocimientos que no pueden derivarse de sensaciones simples, son conocimientos falsos y deben ser rechazados. Locke distinguía entre lo que llamaba cualidades primarias y secundarias de los sentidos. Con la primera se refiere a la extensión de las cosas: peso, forma, movimiento, número. Con las segundas se refiere a color, olor, sabor o sonido. Las cualidades primarias son algo sobre lo que todo el mundo puede estar de acuerdo, en cambio las cualidades secundarias, pueden variar de una animal a otro o de una persona a otra, según la constitución de los sentidos de cada uno. Por ejemplo, una persona puede saborear una naranja y decir que está acida y yo puedo saborearla a la misma y decir que es dulce y rica, en cambio, nadie puede discutir que ésta pesa ocho kilos.
En lo que se refiere a realidad extensa, Locke está de acuerdo con Descartes en que esa realidad tiene ciertas cualidades que los seres humanos pueden captar con su razón. También dio pie a lo que llamaba conocimiento intuitivo o demostrativo. Un rasgo racionalista de Dios es que pensaba que es inherente a la mente del hombre el pensar que hay un Dios. Además le interesaba la igualdad de sexo, pensaba que la idea de que la mujer estuviera sometida al hombre era una idea creada por los seres humanos, por lo que puede ser alterada por ellos.
Locke fue uno de los primeros filósofos de la época moderna que se preocupó por los papeles de los sexos y que habló a favor del principio de división de los poderes. El poder legislativo, ejecutivo y judicial. Esta tripartición proviene del filósofo francés Montesquieu, de la época de la Ilustración. Locke había señalado que los poderes legislativo y ejecutivo deberían estar separados, para evitar tiranía. Fue contemporáneo de Luis XIV, quien había reunido el poder en una sola mano. Hoy en día lo habríamos considerado un Estado sin derecho.

HUME… DÉJASELO A LAS LLAMAS.

Alberto se quedó sentado mirando la mesa, la ventana. Sofía le preguntó si ya le iba a hablar de Berkeley. Alberto respondió: Él fue el siguiente de los tres empiristas británicos. Pero no centraremos antes en David Hume, que vivió desde 1711 a 1776. Su filosofía ha pasado a ser la más importante entre los empiristas, inspiró al gran filósofo Inmanuel Kant. Se crió en Escocia, en las afueras de Edimburgo. Su familia quería que fuera abogado, pero él se inclinaba hacia la filosofía y la enseñanza. Vivó en una época de Ilustración. Su obra más importante Tratado acerca de la naturaleza humana, se publicó cuando él tenía veintiocho años, pero él dijo que a los quince ya tenía la idea del libro. Sofía no se interesaba por la filosofía de Hume, aunque ella para hacer su propia filosofía ésta sería diferente a todo lo que había oído hasta ahora. Alberto le preguntó si algo de todo lo que habían conversado lo había echado de menos y ella respondió que todos los filósofos eran hombres, y que los hombres viven en su propio mundo, pero que a ella le interesaba el mundo de verdad. Alberto le respondió que Hume se interesaba sobre el mundo cotidiano, cómo los niños perciben el mundo. Consideró una obligación el ordenar todos los conceptos y pensamientos confusos que habían inventado todos aquellos hombres. En su época estaba muy extendida la idea de que había ángeles, es decir una figura del hombre con alas. Según Hume, un ángel es un concepto compuesto. Consta de una idea falsa que inmediatamente debe ser rechazada. Él quiere volver a la percepción infantil del mundo, antes de que todos los pensamientos y reflexiones hayan ocupado un sitio en la conciencia. Constata que el hombre tiene dos tipos de percepciones: las impresiones (inmediata percepción de la realidad externa) y las ideas (recuerdo de una impresión de ese tipo). Para explicarle todo a Sofía siempre tenía que recurrir a ejemplos para que ella entendiera lo que quería decir. Alberto continuó hablando: Si una persona se quema con una estufa caliente, recibe una impresión inmediata. Más adelante esa persona puede pensar en la vez que se quemó. Es a esto a lo que Hume llama idea. La impresión es la cauda directa de la idea que se esconde en la conciencia. Subraya que una impresión o una idea pueden ser simples o compuestas. Él quiere investigar cada concepto con el fin de averiguar si está compuesto de una manera que no encontramos en la realidad. Dispone de un método crítico para analizar las ideas de los hombres. Tenemos una idea compuesta de Dios, que consta de algo infinitamente inteligente, sabio y bueno. Si nunca hubiéramos conocido la inteligencia, la sabiduría y la bondad, nunca podríamos haber tenido tal concepto de Dios. Sofía le dice que ella no acepta la idea de que Dios tenga que ser necesariamente hombre y que a veces su mamá lo llama Diosa.
Hume quiere atacar aquellas ideas y pensamientos que no tienen su origen en su correspondiente sensación. Hume dice que no tenemos ninguna personalidad que esté detrás o debajo de tales juicios y estados de ánimo que van y vienen. El análisis de Hume, de que la conciencia humana y su negación de admitir que los hombres tengan un núcleo de personalidad inalterable, fue introducida casi 2500 años antes en un lugar del planeta muy lejano, por Buda, quien consideró la vida humana como una línea ininterrumpida de procesos mentales y físicos que cambian a cada momento. El bebé no es igual que el adulto. No existe, pues, ningún núcleo inalterable de personalidad. Hume rechazó cualquier intento de probar la inmortalidad del alma o la existencia de Dios. Creer que puede probar la fe religiosa con la razón humana, es un disparate para él, él era agnóstico. Es decir era alguien que no sabe si existe Dios. Sólo aceptó como verdadero aquello sobre lo que tenía sensaciones seguras. No rechazó los milagros, aunque esto no significa que creyera en ellos, ya que la gente tiene una gran necesidad de sucesos sobrenaturales y es curioso que todos los milagros siempre sucedan en un lugar o tiempo muy lejano. Para él un milagro es una ruptura con las leyes de la naturaleza, pero no tiene sentido decir que hemos percibido las leyes de la naturaleza. Percibimos que una piedra cae al suelo cuando la soltamos y, si no hubiera caído, nos habría extrañado. Hume añade que el niño no es aún esclavo de las expectativas, el niño tiene menos prejuicios y puede ser un mejor filósofo, porque el niño no tiene opiniones preestablecidas y esa es la mayor virtud de un filósofo. El niño percibe el mundo tal y como es, sin añadir a las cosas más de lo que simplemente percibe. Cuando Hume discute el poder del hábito, se concentra en la ley de causa-efecto. Usa como ejemplo dos bolas de billar, si la una toca a la otra, ésta empieza a moverse. En este caso se dice que el golpe de la una bola es la causa del movimiento de la otra. Las leyes de la naturaleza no son ni irracionales ni racionales, simplemente son, no nacemos con una serie de expectativas sobre como es el mundo o cómo se comportan las cosas del mundo. El mundo es como, esto es algo que vamos percibiendo poco a poco. Hume no niega que haya leyes inquebrantables de la naturaleza, pero debido a que no somos capaces de percibir las leyes de la naturaleza en sí, corremos el riesgo de sacar conclusiones demasiado rápidamente. Por ejemplo, aunque yo vea una manada de caballos negros, no significa que todos los caballos sean negros. No podemos probar con la razón cómo debemos actuar. Actuar responsablemente no equivale a agudizar la razón, sino a agudizar los sentimientos que uno tiene hacia los demás. Por ejemplo, si hay una catástrofe natural como una inundación, provoca que mucha gente necesite ayuda, son los sentimientos los que deciden si vamos a acudir o no. Cada persona decide de acuerdo a sus sentimientos, puede que una persona insensible, prefiera que mueran muchas personas.

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